El Corel-Draw ya no tiene quien le escriba

El Corel-Draw ya no tiene quien le escriba
04 Abr 2017 / by editor1 in Noticias

Corel es el chico underground que nunca se reinventó, nunca cambió de pantalones, siempre se peinó igual, y aunque no dudamos de sus grandes capacidades, los diseñadores que trabajamos bajo la estela de esta nueva era llena de millenials, de celebridades de YouTube y de culebrones de Netflix; odiamos precisamente eso, al grupito de los: “no nos sorprenden con nada nuevo”.

Desde mi punto de vista, si me pongo de crítico y analista de la vaina, ese “odio” sin fundamento que de pronto siento por el pobre Corel, es algo así, como un raye por esa persona que desde la escuela siempre me cayó mal pero que nunca supe el por qué. Solamente lo miraba mal, de pronto no le compartía mis tareas, no le sapeaba cuando había evaluación, siempre con el anhelo expectante para que él reprobara. No le regala ni sorbo del jugo de guayaba que mi abuela me empacaba para los recreos, todo esto simplemente por qué me caía mal, pero vuelvo y digo, nunca me interesó el saber porque.

De la misma manera siento mi relación, al igual que la gran mayoría de diseñadores, con el marginado programa. Desde la escuela universitaria, los profesores se comportaban hacia él, como el Füher hablando de los judíos en el campo de batalla, le contaban a uno que: “Por allá en un remoto espacio de los software de diseño, había un programita que exportaba archivos en .cdr de cuyo nombre no me quiero acordar”. Le daban par de lecciones en segundo semestre, mientras uno memorizaba 3 o 4 comandos que a la entrada de la próxima temporada de estudio, uno olvidaba con la presentación face to face a la serie de programas que a uno le iban a dar para pagar los recibos del apartamento de la tan anhelada y jovial independencia, La Suite Adobe.Empezaba mi relación fría conociendo al chico todero del paquete, “Illustrator”; con él, aprendía a hacer lo que ya había cacharreado en corel, pero mi feeling con el nuevo era mucho más ameno. El siguiente semestre, conocí a la lectora del combo, la señora “Indesing”, que por mucho nombre de bloguera fashionista que tenga, es para mi, la más cuadriculada de toda la suite. Todo lo remataba uno con él papichulo de la gallada, Photoshop. Este era el mesías del que se oía hablar desde que había tomado la decisión de meterme en este cuento del diseño.

Así consecutivamente, la universidad le enseñaba que uno podía hacer muchas de las cosas que necesitaría en su vida profesional, con todas las extensiones y programas de la suite, siendo LimeWire y Premier mis menos favoritos. Hasta que en séptimo semestre me pregunté: ¿Qué pasó con Corel? El botones que me había recibido al principio de la carrera, el mismo del que nunca había oído hablar más y del que posiblemente desconocía otra vez el comando para “Guardar archivo”, había pasado impoluto de mención a lo largo del resto de mi carrera universitaria; situación a la que no le di mayor importancia en ese entonces.

Luego ya de frente con la vida real, con el mundo laboral, libre de las notas que subían al sistema de la escuela; uno queda empeloto ante la vida y de cara queda libre para que la madurez estalle de frente contra la existencia personal y lo poquito del ego que uno había alcanzado a construir, entre los menos peores de las clases de diseño.

Ahora, trabajos que uno habría desarrollado en el transcurso de la academia, eran juzgados en horario laboral, sin oportunidad de enmendar nota, esta vez, los críticos ya no eran los profesores, si no, el que a largo de este contrato acá presente, será llamado a partir de este momento “El empleador”. Empleador al que sin criterio estaba a la par de lo en la universidad representaba un 2.5, en la vida real se traduciría en un “no nos llames, nosotros te llamamos”, y es ahí donde empezaba a penas la lucha del diseñador promedio. Hundido en esta ciudad de hormigas y mujeres culonas, por sobrevivir en el mercado laboral. Unos se acostumbran, unos mueren en el intento, otros son tan buenos diseñando que terminan casándose, con hijos y ejerciendo de amas de casa; sea incierto y paradójico el camino que hayan tomado, en ninguna de las rutas se oía hablar de Corel por un buen tiempo.

Un día, así como Netflix revivió a Betty la fea, los diseñadores activos, apenas pichones de la palabra millenianls, sacaron de la tierra del olvido a Corel, araron la tierra azul de las redes sociales y sembraron una disputa, vigente hasta el día de hoy ¿Cuál es mejor? ¿Corel o illustrator? ¿Con cuál se puede diseñar mejor? ¿Cuál usan los verdaderos diseñadores? oiga marica ¿Usted en serio diseña en Corel? Y todo esto nos llevó nuevamente a pensar y acordarnos del que por allá habíamos visto en los primeros semestres y del que no habíamos vuelto a oír. Parecía a ese hijo rebelde, ese que se había ido de la casa en busca de un futuro mejor, pero que había vuelto más solo y desempleado que Vicky Dávila después de desmantelar a la comunidad del anillo. El niño rebelde y olvidado de la clase, había vuelto a aparecer, y esta vez, con bandera en mano declarándole la guerra a illustrator. Claramente, como en toda guerra, los representantes tienen sus fieles seguidores que defienden hoy por hoy, las habilidades y herramientas de cada programa. ¡Que corel es más rápido! ¡Que con ilustrator se diseña de verdad! ¡Que corel agilizada mi proceso! ¡Que illustrator es más fácil! ¡Que corel es pa’ mero diseñador de litografía! ¡Ilustrator y no se diga más! ¡Pero con corel se fidelizan más los colores a la hora de impresión! ¡Que si usted sabe diseñar, diseña en illustrator!, pero bien o mal, si usted es malo y negado para el diseño, sean en Corel o en formato. A, a la hora de exportar, su cartelito, su flayer o el logo para la empresa de la prima que está empezando a emprender; estos van a brillar por la ausencia de concepto que usted le meta a sus trabajos. Ni los buenos se la saben todas, ni el que es malo es malo por gusto; ambos son víctimas de la inmediatez de lo que consumen, no es que porque usted trabaje en illustrator sus diseños van a quedar la chimba, ni porque los exporte en .cdr entonces el señor litógrafo no le va a poner problema a la hora de ponerle la fila su trabajo para impresión. La guerra entre estos dos, es tan innecesaria como el aumento del precio de los cigarrillos para el 2017, tan tergiversada y acomodada como “la palabra de Dios” y tan poco probable que se detenga, como los untados por corrupción en el gobierno Uribe. Lo que sí creo yo y a modo de reflexión tipo “El man está vivo” para todos los días, es qué tan bueno puedo ser yo o qué soy capaz de hacer para aportar al diseño y a la comunicación, desde la herramienta que sé manejar; sin importar que lo que sueño o imagine, lo exporte en extensión .ai o .cdr.

 

ABRIL 4, 2017